El ochomil más difícil de Edurne Pasaban

Edurne Pasaban (Tolosa, Gipuzkoa, 1973) conoce muy bien la realidad que vive el pueblo de Nepal. Por eso no ha dudado en ponerse el Buff® solidario que Ayuda en Acción ha creado, con dibujos de Kukuxumusu, para recaudar fondos destinados a proteger a las niñas de Nepal en su camino al colegio.
La primera mujer que ha logrado ascender los 14 ochomiles del planeta ha vuelto estos días a Nepal. Para subir montañas, y también para recordar al mundo que aquel país sigue necesitando mucha ayuda tras el terremoto del 25 de abril de 2015.
Desde su fundación Montañeros por el Himalaya, la alpinista desarrolla su faceta más social. Construir el pueblo sherpa de Dhola y acoger en una casa-escuela a más de 100 niños y niñas desprotegidos son algunas de sus otras cumbres.
En su Facebook publicaba estos días una frase reveladora: “Tenemos mucho trabajo por delante, 55 familias que dependen de nuestra ayuda para poder tener un mejor futuro. Ni el ocho mil más difícil que he escalado me ha dado tanto miedo”.
En Kukuxumusu hemos acompañado a Edurne Pasaban en varias expediciones a Nepal y le seguimos la pista allá donde vaya. “Kukuxumusu ha sido un compañero más en los 14 ochomiles”, reconoce en esta entrevista.
Hace poco más de un año del terremoto que sacudió Nepal y has viajado de nuevo hasta allí. ¿Qué misión te ha llevado a la tierra de los sherpas?
Después del terremoto del 25 de abril del 2015, nuestra fundación Montañeros Para el Himalaya by Edurne Pasaban comenzó a trabajar en la construcción de un pueblo entero, Dhola, en el distrito de Dhading, tierra de sherpas. En Nepal he estado haciendo el seguimiento del proyecto, en el que ha participado tanta gente. Además, seguiremos dando pasos ya que el objetivo, una vez terminadas las casas, es crear un centro educativo para mayores y una escuela.
Participas en la campaña de Ayuda en Acción. ¿Conoces la situación de desprotección que viven allí muchísimas niñas?
Sí, conozco la situación que viven las niñas allí. En países como en Nepal, donde la pobreza es muy grande, la educación infantil no es importante para ellos. Por ese motivo, en cuanto un niño a los ocho años o menos pueda trabajar y cargar y llevar algunas rupias a casa, dejan de ir a la escuela, algunos incluso nunca han ido. En el caso de las niñas, es peor todavía: muchas son vendidas o engañadas con la esperanza de que pueden encontrarles algún trabajo y las utilizan para la prostitución. Lo más penoso es que a veces ocurre con el consentimiento de las familias, a cambio de dinero.
¿Qué te ha impulsado a poner voz a esta campaña?
El hecho de haber vivido y haber visto de cerca de muchas de esas niñas. Ver la injusticia y conocer a familias que han sufrido algo parecido me mueven a poner algo de mi parte.
Maiti Nepal es la ONG local con la que trabaja Ayuda en Acción allí. ¿Conoces la labor que vienen realizando desde 1993?
Sí, y me parece un trabajo increíble el que hace Maiti Nepal, y siento gran admiración por su fundadora, Anuradha Koirala. Muchas veces este tipo de organizaciones suelen ser extranjeras, acuden allí en situaciones complicadas, pero en este caso es una nepalí y mujer la que luchando por la injusticia de su país.
En Katmandú, la fundación que tú presides cuenta con un centro de acogida de niños, Kailash. ¿También viven niñas?
Al principio eran muy pocas las niñas dentro del Kailash, porque los familiares, que son los que autorizan a entrar a los niños en el hostel, no les daban permiso. Desde la fundación nos propusimos igualar el número de niñas y niños, porque pensamos que todos tienen que tener la misma oportunidad. Ahora hay casi 40 niñas y otros tantos niños.
¿Qué realidad han vivido antes de llegar allí?
Tenemos historias muy duras detrás de muchas de ellas, pero ellas lo hablan poco a nada. Algunas han sido maltratadas física y sexualmente por sus propios padres. Muchas de ellas hoy no quieren volver a sus casas.
¿Cuál es vuestra labor en el albergue Kailash?
Kailash Home es un hogar que acoge niños huérfanos, pobres y desamparados que proceden de las zonas montañosas más remotas de Nepal. Allí se les proporciona un alto nivel educativo comparado con la media del país.
Además de los triunfos como deportista, ¿qué te ha aportado a ti Nepal?
Me ha dado muchos buenos amigos, entre ellos algunos sherpas y personas que han trabajado conmigo en expediciones. Nepal también me ha enganchado con un lazo hacia un país y una gente con los que hoy en día me siento muchas veces más cercana que a mi lugar de origen.
Anímanos a viajar a Nepal. ¿Qué nos vamos a encontrar allí, además de las fantásticas cumbres del Himalaya?
En Nepal vais a encontrar unas personas maravillosas, muy buena gente. Personas que os abrirán sus casas y sus corazones. A mí me han enseñado muchos valores que son difíciles de aprender hoy día en occidente.
Tú has llegado muy alto, nunca mejor dicho: ¿qué te queda por escalar?
Creo que en la vida tenemos que seguir escalando cada día. Yo me pongo objetivos nuevos, que no siempre tienen que ser en forma de montaña, aunque en alguna ocasión resulten más complicados de alcanzar que una montaña de ocho mil metros.
¿Dónde pones tus próximas metas?
Seguir siendo feliz, quizá sin hacer grandes montañas, pero siempre en relación con ellas.
Para ti el deporte es educación. Cuando das charlas en colegios, institutos y universidades, ¿qué te preguntan los alumnos?
Los más jóvenes a veces no se dan cuenta de los valores que les puede aportar el deporte. Lo ven como algo fácil, que no requiere esfuerzo… Yo les transmito que el deporte exige sacrificio, y que en la vida todo cuesta un gran esfuerzo.
En Kukuxumusu te hemos seguido en tus 14 ochomiles. ¿Qué te une a esta marca?
Muchísimas cosas. Kukuxumusu siempre ha estado cerca de los alpinistas, y muy cerca de mis expediciones. Hemos diseñado camisetas, algún Buff… con diferentes dibujos para diferentes expediciones. Ha sido un compañero más en los 14 ochomiles. El concepto Kukuxumusu y las ideas locas me encantan. Para mí es un referente.