«Soy feminista y quiero acabar con el tráfico de niñas y mujeres en Nepal»

Fotos: Ayuda en Acción
El Buff® solidario que Kukuxumusu ha diseñado para Ayuda en Acción ya está a la venta. El dinero obtenido se destinará a Maiti Nepal, una oenegé que lucha por acabar con el tráfico y la explotación sexual de niñas y mujeres. Su fundadora, Anuradha Koirala, estuvo hace unos días en Madrid y nos contó un montón de cosas interesantes.
Esta “feminista y activista”, como ella se considera, ha visitado en abril varios países europeos para dar voz a esos 23 millones de personas –de los cuales un 70% son mujeres y niñas– que han sido raptadas, vendidas y explotadas sexualmente en todo el mundo.
Anuradha Koirala nació en las faldas del mítico Annapurna hace 67 años y ha conseguido, entre otros logros, liberar a más de 30.000 niñas y mujeres de la esclavitud, vigilar las fronteras, sensibilizar a la policía, educar a las familias para que no sean engañadas y endurecer las penas contra los traficantes.
¿Por qué la situación de las niñas y las mujeres en Nepal ha empeorado tras el terremoto?
Creo que esto sucede en cualquier sitio del mundo, cuando ocurre una catástrofe se produce un gran caos, y las primeras víctimas son los niños y las mujeres. Los hombres tienen que salir en busca de ayuda, de alimento, de materiales… Las mujeres se quedan solas, a la intemperie, porque las casas han desaparecido. Así que los delincuentes pueden ir fácilmente allí, agredir a las mujeres, violarlas e incluso llevárselas.
¿Resistió el terremoto la sede que Maiti Nepal tiene en Katmandú?
En Katmandú no sufrimos mucho, el edificio no se derrumbó. Pero varias casas que tenemos en otros distritos del norte y del sur de Nepal quedaron destrozadas.
El Buff® solidario de Ayuda en Acción persigue financiar bicicletas para que las niñas puedan seguir yendo a la escuela. ¿En qué medida les ayudará?
En Nepal, las mujeres somos consideradas menos importantes que los hombres, como si fuéramos ciudadanas de segunda clase. La educación pública es libre y accesible para todos, pero aún así, muchas niñas no van porque sus familias no les dejan. Como mucho van en primaria, si la escuela está en el mismo pueblo.
¿Y qué pasa cuando llegan a la edad de secundaria?
Sucede que a menudo tienen que desplazarse a otro lugar porque la escuela secundaria está a dos o tres horas de camino. Entonces, los padres piensan que es mejor que vayan los chicos porque luego cuando crezcan se quedarán en casa, mientras que las chicas se casarán y se irán a otra familia. No le ven sentido que se formen las chicas.
Entonces, las chicas se quedan en el pueblo y dejan de aprender.
Sí, los padres quieren que les ayuden con las tareas domésticas, como dar de comer a las vacas, cuidar la casa, ir a por agua, preparar la comida… Por eso este proyecto ‘Bikes for Rights’ (derechos sobre ruedas) es muy importante, porque disponer de una bicicleta les permitirá hacer esas pequeñas tareas y luego desplazarse a la escuela sin tener que caminar dos o tres horas. Así les convencemos a sus padres de que pueden compaginar las dos cosas y ellas reciban una formación.
¿Cómo empezó usted su labor de activista? Antes de fundar Maiti Nepal, trabajó durante muchos años como profesora en Katmandú.
Fundé Maiti Nepal en 1993, pero desde pequeña yo quería hacer trabajo social. Cuando yo tenía 9 ó 10 años, mi madre me llevó a visitar una casa fundada por la Madre Teresa de Calcuta, donde ella colaboraba. Y aquello me marcó mucho. Muchos años más tarde, siendo ya profesora, empecé a trabajar con niñas y mujeres.
¿Y por qué se ha dedicado en concreto a este tipo de trabajo social, le ocurrió algo en especial?
Cuando llegó la democracia a Nepal, la gente empezó a hablar mucho acerca de la trata de personas, porque es una lacra que hemos vivido desde hace más de un siglo. A mí tanto hablar me enfadaba mucho porque no servía de nada. Yo quería hacer algo. Así que empecé a conocer las historias de muchas jóvenes que vivían en la calle mendigando: muchas habían sobrevivido a la trata y la explotación sexual, o eran víctimas de la poligamia, o estaban enfermas de sida… Y decidí ayudarles.
En aquel momento, ¿disponía usted de recursos económicos?
No, yo era una simple profesora, vivía con mi hijo en un apartamento muy pequeño, no disponía de dinero pero sí contaba con mi corazón, quería darles apoyo. Empecé ayudando a ocho mujeres en Katmandú. Monté pequeños puestos ambulantes de venta para que trabajaran y se ganasen la vida en lugar de mendigar.
¿No contaba con nadie más, algún servicio social u ONG?
Cerca de mi casa había una oficina donde trabajaban para frenar la trata de personas pero no tenían un espacio físico para dar cobijo a las víctimas. Un día llegó una chica que había sido diagnosticada de sida y que se sabía públicamente que estaba infectada. Fue de los primeros casos en Nepal. Los de la oficina dijeron que ellos no se harían cargo de ella, así que yo me ofrecí a cuidarla en mi casa. No tenía mucho sitio pero nos apañamos.
¿Cuál era su historia?
Se llamaba Gita. Se pasó la primera noche entera despierta contándome cómo la habían vendido, las penurias que había pasado, cómo la llevaron a un burdel de India, las palizas que le daban… Y cuando contrajo el virus del sida la devolvieron a Nepal. Lloraba todo el tiempo. Su historia me conmovió tanto que en ese momento decidí que iba a dedicar mi vida a frenar estos abusos.
¿Qué fue de aquella chica?
Ya murió. Le ayudé durante mucho tiempo, incluso la llevé a su pueblo y le puse una pequeña tienda donde trabajó, pero al año murió. Conseguimos que denunciara a sus traficantes ante los tribunales, ganamos el juicio y los condenaron a 16 años de cárcel. Ella fue muy valiente.
Muchos montañeros visitan Nepal cada año. ¿Qué representa para usted el Himalaya?
Las montañas son muy buenas porque atraen turismo a Nepal y eso nos ayuda en la economía del país. Pero cuando la gente viaja allí pensando sólo en la montaña, en su lado positivo, no piensan que Nepal, además de tener las montañas más bellas del mundo, tiene una parte oscura, como la trata de personas, la explotación sexual de niños de seis, siete, ocho años… Los montañeros también deberían visitar lugares como Maiti Nepal, por ejemplo, o sitios parecidos. No puedes vivir sólo para ti, debes vivir también para los demás.
Bueno, algunos de esos grandes montañeros han iniciado proyectos de acción social.
Sí, y lo hacen para que la gente visite Nepal, recomienden viajar allí, y eso nos beneficia como país. Pero yo en particular, siendo como soy una feminista, me gustaría que los hombres y las mujeres que viajan desde Occidente a mi país, no vayan sólo a las montañas, que se acercan a otras realidades oscuras de Nepal.
¿Han recibido alguna vez a alguno de estos grandes montañeros?
Hace unos días nos ha visitado Edurne Pasaban, pero no he podido coincidir con ella porque yo estaba en Madrid. Pero el próximo 2 de mayo nos veremos allí. Tengo muchas ganas de conocerla. Me han hablado mucho de ella y sé que está colaborando con la difusión del Buff® solidario y con la campaña de Ayuda de Acción contra la trata de niñas y mujeres.
Durante todos estos años que lleva de activismo, ¿qué ha aprendido con todas estas niñas y mujeres a las que ayuda?
Han sido mis mentoras, me han mostrado cómo actuar, cómo protegerlas… y aunque no siempre ha sido fácil, a ellas les debo todo lo que he aprendido en estos 23 años.
¿Cuál es el sueño de Anuradha Koirala hoy?
Hacer una sociedad libre de la trata de niñas y mujeres. Hoy contamos con varios centros de acogida en Nepal y una escuela oficial, pero queda mucho por hacer. Cualquier ayuda es muy bien recibida.
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